Sentado en un cuarto tan grande que me podria perder, andando de un lado a otro sin saber distinguir la pared del piso o del techo o de la misma pared sin ni siquiera importarme, pero tan aturdido por su eco que no me puedo mover. Trato de alcanzar mi cara, al menos creo que es mi cara, me parece conocida pero ya no la recuerdo. Mis manos, parece que hacen un viaje astral donde veo como se acercan pero en realidad no las siento, como si fueran falsas, vacias, de papel muy fino. Se las llevo el aire, nunca llegaron a su destino, fatigadas de intentarlo y fracasar una y otra vez, ya no tenian fuerza, se extinguio como el fuego que no se alimenta y muere.
Mi corazon, si lo siento, se mueve y late a un ritmo incesante y sin descanso.
Por que ?, que codigo de que historia mitologica quebranto para recibir tal castigo de cumplir los deseos estupidos y frivolos de “alguien” y latir eternamente dando vida hasta que ese alguien lo desee, aun cuando el verdadero dueño del corazon no sea el que lo porta sin importar nada en su pecho, si no “aquel” que se ha convertido en su dueño.
Sentado en un cuarto, sintiendo cada centímetro cuadrado de mi ser, experimentando la verdadera sensación de estar y ser, un cuarto tan pequeño que no podria ni siquiera mover un parpado. El sonido del silencioso y minimo espacio entre seis paredes de un cubo que me encarcela basta para poder escuchar un poco mi corazon y mis manos y mi piel y mi cabeza. Un fuego deslumbrante nace en mi mente y no se apaga, no se extingue, vive porque yo lo deseo, yo lo quiero asi, lo apago y enciendo a mi placer. Soy su dueño. Adentro soy dueño de mi mismo, nadie mas, afuera no lo se, nunca lo sabre, pero no importa nada mientras este consciente de mi pequeño cuarto.
